El día que 34 mineros asturianos fueron reclutados forzosamente para salvar una mina del pirineo catalán

Por nuestro compromiso con la #memoria del Carbón⚒  y su historia, en este artículo, recuperamos una página poco conocida, pero sin duda que habla mucho de ese sentimiento de cariño y concepto solidario que en muchas zonas de España guardan sobre los mineros de Asturias y que, sin duda, se fue forjando a través de historias como la que aquí os contamos, de arrope y convivencia en la fatalidad: Este año precisamente se cumplirá el 80 aniversario de una de las tragedias de la minería española más impactantes de la historia: El accidente de la Mina Clara, que no tuvo lugar en Asturias, pero que sí tocó de lleno a la #familiaminera🖤 asturiana.
✔ Han pasado 80 años y es buen momento para recordar lo sucedido, porque además la historia fue recuperada en toda su dimensión hace poco tiempo (en 2022) por la periodista barcelonesa Maria Favà Compta. En abril de 1944 (día 10) ocurrió un terrible accidente en la mina Clara d `Espà en el municipio de Saldes (comarca de Berguedà) al producirse una explosión de grisú en la que perdieron la vida 34 mineros de un relevo total de 40 trabajadores. Solo 6 pudieron salvar la vida. Fue un Lunes de Pascua y por ese motivo, se cree que, afortunadamente, el relevo no era mayor, con muchos mineros que pudieron disfrutar el festivo y gracias a ello salvar sus vidas.
 
La mina de Pedraforma, una montaña mágica de Cataluña que se encuentra en la sierra del Cadí, dentro del área del Parque natural del Cadí-Moixeró, haciendo de límite entre las provincias de Barcelona y Lérida. En la actualidad, el Museo de las Minas de Cercs cuenta toda la gran historia de este territorio ligada al carbón desde 1851.
🖋 El citado accidente tuvo una honda repercusión humana y política, pero también económica, en un tiempo negro, oscuro, de postguerra en España, en un contexto de Segunda Guerra Mundial, y donde el carbón resultaba estratégico para el funcionamiento básico de unas ciudades, pueblos e industria empobrecidos por sendos conflictos bélicos y con hambre y miedo. Maria Favà Compta recoge en su libro «La mina de la mort» (Gavarres Editorial) que al menos fueron 34 los mineros asturianos que fueron obligados en noviembre de 1944 a abandonar sus hogares y desplazarse ir a trabajar a esta lejana cuenca minera de Cataluña para relevar a los mineros que habían muerto en la explosión. El objetivo, levantar la mina y tratar de mantener con ello la actividad de esa explotación en L’Espà y con ello el suministro de mineral a Barcelona. “Eran los primeros años del franquismo, y las autoridades del régimen actuaban con pocos miramientos y ninguna transparencia. A día de hoy, las incógnitas siguen siendo numerosas”, señala el periodista Pablo Álvarez en uno de los pocos artículos que refieren a este suceso. Maria Favà, cuenta que cuando ya tenía muy avanzado su trabajo de campo para el libro, se encontró con un documento de un jefe falangista que vino a confirmarle lo que algunos vecinos muy ancianos de la zona le habían transmitido oralmente y en el cual el delegado gubernativo, Agustín Zurita Chacón, emitió una orden escrita para que fueran traídos mineros de Asturias en dos ocasiones, la segunda insistiendo en una postdata. “En el pueblo ya me habían hablado de los asturianos como buena gente, muy solidarios y muy expertos”, dice Favà, que también cuenta que hubo que reclutar mineros franceses, “aunque estos con fama de jugar bien al fútbol. Y es posible que los asturianos fueran más de 34, porque en esos momentos las minas cercanas estaban a pleno rendimiento y no podrían prescindir de efectivos”.
EL ACCIDENTE DESCUBRE LA REALIDAD SOCIAL DEL MOMENTO: POSTGUERRA Y REPRESIÓN
Todos los muertos, menos uno que era catalán, eran inmigrantes, la mayoría de Almería. Es preciso recordar que las provincias de Almería y Jaén se mantuvieron leales a la República hasta el último momento y la represión posterior fue muy dura. Mucha de aquella gente huyó de los pueblos mineros para evitar la represión y se refugió en las montañas y emigraron hacia Cataluña, donde aceptaban trabajos, incluso con otros nombres, para así esperaban y poder pasar a Francia por el Pirineo. Como fugitivos que eran, entraron a trabajar a las minas con nombres falsos, inventados. Y con nombres falsos murieron y fueron enterrados. Con aquella confusión de identidades, algunos de los familiares de los muertos no se enteraron de que su padre, marido o hijo había fallecido. En 1952, ocho años después del accidente, un juez de Berga todavía publicaba edictos para localizar familiares. “El mismo juez que cuando se produjo el accidente escribió a los pueblos de Almería pidiendo certificados de penales. Esta no es solo la historia de un accidente minero, sino el ejemplo de la corrupción, de la explotación de la clase trabajadora y de la falta absoluta de la libertad de información”, enfatiza María Favà, autora de «La mina de la mort».
En los años 40/50 muchos mineros asturianos y andaluces trabajaron en esta zona del pirineo catalán. Uno de ellos el histórico cantante de canción asturiana, Silvino Argüelles, autor de canciones como “El cielo ye pal mineru” o “Al atapecer a Planta”, que sufrió además un accidente en minas de Pedraforca, de Carbones de Berga (minas del Cercs en esa misma zona del Alto Berguedà) y que, entre otras consecuencias, le hizo perder varios dedos de sus manos. La leonesa Noemi Sabugal recupera muchas de estas historias en otro libro esencial para la familia minera “Los hijos del carbón”. En ellas relata como en estas minas de los Pirineos había pueblos enteros de trabajadores desplazados, y tanto es asi que algunos de Almería tenían que celebrar en Cataluña los plenos municipales porque era donde vivían el alcalde y la mayoría de sus vecinos.
En la actualidad, la cifra de 34 muertos continúa siendo el récord absoluto en España en un solo accidente. El segundo puesto en este trágico ranking lo ocupa una mina asturiana, la “Mina Esperanza” de Boo en Aller, de la Sociedad La Montañesa -después Sociedad Hullera Española- ocurrido el 2 de enero de 1889 con 30 mineros muertos -Veinticuatro de ellos se hallaban en la zona de la deflagración y los seis restantes murieron al entrar a rescatar a sus compañeros. Eran de varios concejos de la Cuenca minera y entre ellos perecieron tres parejas de hermanos-. Y 30 mineros muertos también en la mina Consolación, de Figols, también en el pirineo de Barcelona, en la que perdieron la vida 30 mineros el 3 de noviembre de 1975. “Los medios de comunicación tampoco dieron relieve a esta noticia porque estaban ocupados siguiendo la agonía del general Franco”, indica María Favà. Finalmente, más tarde, otra explosión de grisú terrible fue la de agosto de 1995 en Nicolasa, esa ya si, más conocida, con 14 mineros muertos, 4 de ellos checos.
El pueblo de L `Espá y el accidente de 1975, en la mina de Figols.
✔ Fuentes: «La mina de la mort», de María Favà. «El relevo forzoso de los mineros asturianos que suplieron a 34 compañeros muertos en Barcelona», de Pablo Álvarez, en el diario La nueva España. Fotos, Archivo Ayuntamiento de Saldes, de los mineros, el entierro y el pueblo de L `Espà donde vivieron los mineros asturianos que fueron a «mantener la producción» de carbón en el Pirineo.
Datos adicionales: Las características de la cuenca del Berguedà –estrechas capas de carbón poco inclinadas y separadas por grandes capas de materiales diversos explican que el sistema más generalizado sea el de galerías; a pesar de ello, en la subzona de Saldes, donde las capas son muy inclinadas, se ha aplicado siempre el sistema de explotación mediante pozos. Las minas explotadas por la empresa “Carbones de Berga, S.A.” a partir del sistema de galerías, se han caracterizado por un notable y progresivo proceso de tecnificación que a lo largo del tiempo se puede sintetizar en cinco grandes etapas. Cuencas carboníferas del Berguedà Saldes-Vallcebre-Fígols (explotadas parcialmente por la empresa “Carbones Pedraforca, S.A.”. La Nou-Malanyeu Catllaràs (no se explotan actualmente). Peguera-Cercs (no se explotan actualmente). Cuencas carboníferas catalanas Cataluña es un país pobre en carbón. A pesar de ello, desde el s. XIX, los yacimientos de hulla, lignito y antracita se han explotado al máximo. Las primeras minas se registran en 1851 a 1895 y explotaban los yacimientos más superficiales que permitían un acceso directo a las vetas de carbón a partir de la obertura de galerías que seguían la dirección y la inclinación de las capas. El día 31 de diciembre de 1991 la empresa “Carbones de Berga, S.A.” cerraba puertas y finalizaba la historia de la empresa carbonífera más importante de Cataluña.