Mi güelu fue⚒ …Caballista: la importancia de los animales de tiro y su huella en nuestra historia minera
Caballista, m.f.: Categoría o especialidad minera. Trenista, conductor o guía de trenes y vagones mineros tirados por animales de tiro, mulas, caballos, bueyes…
En los orígenes de la minería la extracción del mineral se hacía mediante cestos que acarreaban los propios obreros, casi siempre esclavos; con el tiempo llegarían los animales de tiro.

Cuando se incorporó la rueda al mundo del trabajo, los cestos se transformaron en carretillas y no tardó en aplicarse una rudimentaria tecnología con tablas alineadas y niveladas que permitió su desplazamiento a la manera de las vagonetas. Luego, el hierro trajo los raíles metálicos y el perfeccionamiento de las ruedas, pero la fuerza del arrastre siempre partía del músculo y la sangre. Así se aplicaron a este fin bueyes, caballos, mulas… e incluso adolescentes y niños de edades que hoy nos sobrecogen, pero éstos merecen un capítulo aparte. Refiriéndonos sólo a los animales, los que más huella dejaron fueron las mulas. Híbridos estériles nacidos del cruce entre caballos y asnos y que conjugan las virtudes de ambos. Con ellos nacería una nueva profesión dentro de la mina: los caballistas, llamados así operasen con mulas, bueyes o caballos.
En el siglo XIX y hasta los años 70 del XX en las Cuencas mineras se utilizaban miles de animales de tiro, principalmente bueyes y mulas, para realizar los llamados «trabajos de sangre», aunque con el transcurso de los años fueron incorporándose burros y caballos percherones «altos y fuertes», de hasta 1.000 Kgs., algunos venían hasta de Francia, según cuenta algún veterano caballista.
El oficio de caballista requería agilidad y conocimiento de los animales. Por esta circunstancia solo accedían a la profesión los que ya estaban acostumbrados a la convivencia con caballos, en otros trabajos o en las tareas domésticas. La prueba práctica requería demostrar «que se dominaba a los percherones». A partir de los 45/50 años y la consiguiente pérdida de reflejos o capacidad física, los caballistas pasaban a ocupar otros puestos de trabajo. Lo mismo que de «entibadores», llegaron a celebrarse en fiestas concursos específicos de tiro para conocer quienes eran los mejores caballistas.
Hay miles de anécdotas, pero también hay un apartado que podíamos llamar científico de esta relación; por ejemplo, analizando los hostigamientos, que se daban y la empresa buscaba fórmulas para evitarlos. A la empresa la mula le costaba un dinero y no le interesaba que se las trataran mal. Se ofrecían primas a los caballistas para que la mula no tuviera accidentes, hasta llegar a un tope. Y si había un accidente el caballista perdía toda la prima y volvían a empezar de cero en los incentivos. Cuando había un accidente rápidamente se hacía un informe para dilucidar si la culpa había sido del caballista o no pues también se contemplaban los castigos.

