Tuberculosis y minería en Asturias
El 24 de marzo se celebra a nivel planetario el #DíaMundialDeLaTuberculosis. Quizás la memoria sobre esta enfermedad se va, afortunadamente para nuestra sociedad más próxima, diluyendo poco a poco, por su menor impacto e incidencia gracias a las mejoras en salud, prevención, higiene, etc… no solo en España, sino en particular en las comarcas mineras y Asturias, donde durante mucho tiempo, fue un azote. La tuberculosis o TB, como se le conoce en inglés, es una enfermedad causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis. Estas bacterias por lo general atacan a los pulmones, pero también pueden hacerlo sobre otras partes del cuerpo, como los riñones, la columna vertebral y el cerebro. Existe una vacuna (BCG) para poder prevenir esta enfermedad. Pero, con todo, es, tal vez, la enfermedad infecciosa más prevalente del mundo. Considerando su forma latente, en la cual no presenta síntomas, se estima que afecta al 33 % de la población mundial. Y es la segunda causa global de muerte, y la primera entre las enfermedades infecciosas.
Aunque el ánimo de este artículo no es el realizar un sesudo trabajo sobre el impacto de la tuberculosis, tampoco el de quedarnos, como realizamos en otras ocasiones durante este tipo de conmemoraciones mundiales, con un simple posicionamiento solidario con quien la sufre, con la necesidad de la acción preventiva en el Área de Salud, o de la necesidad y valoración de favorecer más a la ciencia y la investigación en este sentido, donde precisamente en Asturias contamos a lo largo de la historia con una gran tradición médica y prestigio en este sentido, también vinculado al Instituto Nacional de Silicosis de Oviedo, de referencia para la red española y tan emblemático para nuestra #FamiliaMinera. Efectivamente, hablar de la Tuberculosis hoy, un día señalado, no es parece el mejor momento para abrir y releer otra página de la memoria minera, esa que no gusta que no caiga en el olvido, pues, la lucha contra esta enfermedad, es como contra la silicosis -con la cual la tuberculosis mantuvo una dramática relación durante muchas épocas de nuestra historia- y otras de distinta índole laboral, una preocupación y un impulso que forma parte de una rama más a ese gran árbol identitario de la familia minera, forjado jornada a jornada, con el turullu de fondo.
Efectivamente, los Manuales médicos especializados en salud laboral, refieren en sus artículos sobre «Neumoconiosis de los trabajadores del carbón: Antracosis, enfermedad del pulmón negro» como los pacientes con silicosis (causada por la inhalación de polvo de carbón) «tienen un riesgo ligeramente mayor de tuberculosis activa e infecciones micobacterianas no tuberculosis. asi como esclerosis sistémica progresiva y/o el cáncer de estómago. síntomas pulmonares más crónicos en los mineros son causados por otras afecciones, como la bronquitis industrial debido al polvo de carbón o el enfisema coincidente debido al hábito de fumar. La tos puede ser crónica y problemática en algunos pacientes, incluso después de alejarse del lugar de trabajo, aun en los que no fuman. La fibrosis masiva progresiva causa disnea progresiva. En ocasiones, los pacientes presentan un esputo negro (melanoptisis), que aparece cuando las lesiones de la fibrosis masiva progresiva se rompen en el interior de las vías aéreas. La fibrosis masiva progresiva evoluciona a menudo a hipertensión pulmonar con insuficiencia ventricular derecha e insuficiencia respiratoria». La tuberculosis pulmonar y la artritis reumatoide también se asocian con mayor riesgo de evolución a silicosis complicada. «De forma general, en los trabajadores expuestos a sílice y polvo de carbón es necesaria la vigilancia periódica de su salud. Se debe mantener un programa que permita detectar de forma precoz neumoconiosis, tuberculosis, cáncer de pulmón y deterioro de la función pulmonar».
La tuberculosis posiblemente haya convivido con el ser humano desde sus orígenes. Algunos investigadores creen que fuimos nosotros los que infectamos a otros mamíferos, como la vaca. Pero realmente cuando alcanzó relevancia como enfermedad en el mundo occidental fue en la segunda mitad del siglo XIX. Robert Koch reunió el 24 de marzo de 1882 a lo más granado de la ciencia alemana en la Sociedad Fisiológica de Berlín. Varios serían premio Nobel, incluido él mismo. Durante 45 minutos explicó su lucha por identificar el microbio que causa la enfermedad. Muchos creían que la producía la putrefacción del ambiente o que era constitucional, hereditaria.
La tuberculosis en el XIX afectaba más a los pobres, pero los ricos no se libraban de ella. La infección no hace distinción de clases. Depende del azar: basta que se uno o dos bacilos lleguen al pulmón. Cuanto más bacilos en el ambiente, más probabilidades. Por eso el hacinamiento favorece. Enfermar o no depende de las resistencias, unas genéticas, otras adquiridas. Los pobres las tienen más bajas, por eso enferman más, y si lo hacen, mueren más. Todo esto no es discutible.
A comienzos de siglo, nos encontramos con este artículo en la prensa asturiana. Diario EL NOROESTE, 1903:
La preocupación de la sociedad asturiana de entonces: Fondos de la Hemeroteca del Muséu del Pueblu d Asturies y de El Comercio.
En el libro que editamos con motivo del 50 aniversario del nuestro Montepío y Mutualidad de la Minería Asturiana, «El mutualismo minero en la Asturias contemporánea» realizado sobre el proyecto de investigación del Profesor de la Universidad de Oviedo y mutualista, Luis Benito García Álvarez, decía como ya entonces como el mutualismo minero reaccionaba y emergía ante la necesidad de «seguros sociales de vejez, invalidez, maternidad, accidentes de trabajo, enfermedades profesionales, tuberculosis y paro forzoso».
El descubrimiento del bacilo tuberculoso en la década de 1880 y la expansión del pensamiento bacteriológico en la medicina occidental relegó a un segundo plano el papel etiológico del polvo industrial. Éste se consideró un mero agravante de la tuberculosis, extendida entre la población trabajadora -en opinión de médicos e higienistas- a causa de sus insalubres condiciones de vida, malos hábitos higiénicos y predisposición constitucional. En consecuencia, el interés higiénico en la reducción del polvo industrial a finales del siglo XIX y comienzos del XX únicamente encontró justificación en tanto que supuesto portador del bacilo de Koch (5).
Cabe reseñar el papel jugado desde 1947 por el Hospital Monte Naranco en Asturias, considerado «un dique», frente a la tuberculosis en los años de más incidencia. Fue creado como hospital antituberculoso, y fue referencia hasta el nacimiento del Instituto Nacional de Silicosis. El 21 de octubre de 1947, la esposa de Franco, Carmen Polo se desplazó a su Oviedo natal junto al entonces ministro de Gobernación, Blas Pérez para protagonizar un acto con tintes de hito, pues costó entre seis y trece millones de pesetas, según las distintas crónicas de la época, (contexto de PostGuerra) para sustituir al viejo complejo edificado en 1932 por la II República Española, dedicado a esta brutal enfermedad que fue reducido a escombros durante la Guerra Civil: El gran sanatorio tendría 420 habitaciones pero su necesidad no era solo propagadística: era necesario hacer frente a una enfermedad que por entonces fue definida como el principal problema sanitario de la Asturias minera.
El Balneario de Ledesma
Llegados a este punto, es importante identificar la relación histórica del Balneario de Ledesma con la familia minera asturiana: nada es casualidad. El Balneario de Ledesma es una de las estaciones termales españolas pioneras en trabajar en el campo de la prevención y la salud laboral. La minería asturiana y el carbón era uno de los motores de la España industrial que trataba de avanzar hacia el desarrollismo. Y el impacto de la profesión dejaba huella sobre miles de trabajadores cada año. Dee nuevo, silicosis, tuberculosis y un montón de enfermedades labores derivadas de aquella minería de combate. Eran los años 50. Las aguas minero medicinales del Balneario de Ledesma y los tratamientos científicamente estudiados (inhalaciones, pulverizaciones etc)… , siempre habían tenido fama de ser estupendas para las afecciones respiratorias. Quién ha sido padre de la Cátedra de la Hidrología Médica en España, el Dr. Hipólito Rodríguez Pinilla -gran amigo y doctor personal de Unamuno, y también amigo de Azaña, fue de hecho Jefe de los Servicios Médicos del Balneario de Ledesma, en la segunda década del Siglo XX.
En el año 1970 (no es casualidad, tras la inauguración del Instituto de Silicosis en Oviedo, que jugó un papel clave) Asturias abrió un plan y un estudio específico entre la población minera para medir el impacto de la tuberculosis, que se mantuvo abierto, dando lugar a un informe, hasta 1985: Epidemiología de silico-tuberculosis en población minera asturiana: (período 1971-1985) De los 58.000 asturianos analizados entonces, 7.454 eran mineros del carbón. A todo sospechoso de tuberculosis se le practica sistemáticamente: 4 extensiones de esputo (método Zhiel-Neelsen) y 3 cultivos (medio de Lowenstein) y si precisan, otros test diagnósticos más invasivos. 1.136 pacientes fueron diagnosticados de tuberculosis por presentar positivos los tests bacteriológicos. Y de ellos 508 tenían ya silicosis.
Antiguas instalaciones en Oviedo.
En 1971, Silicosis inició su funcionamiento como un hospital monográfico dedicado al tratamiento de las enfermedades respiratorias de los mineros. Para ello contaba con un servicio de neumología, dotado de siete plantas con 30 camas cada una, pero ojo¡incluyendo una planta de aislamiento exclusivo para los enfermos con una tuberculosis.
La tuberculosis y su impacto aún sobre los mineros de los años 80
Tal día como hoy, hace 12 años (jueves, 24 marzo 2011), la prensa asturiana (diario El Comercio) constaba «la tuberculosis ya no es lo que era. Afortunadamente. Durante décadas Asturias fue la comunidad con mayor número de tuberculosos del país. Pero en estos últimos 25 años, los tercios han cambiado. La incidencia de la enfermedad se redujo más de la mitad. En 2010 se declararon 173 casos en la región. Una cifra que se sitúa a bastante distancia de los 440 afectados de 1985. Ni qué decir de los 1.200 enfermos anuales que se solían detectar en la década de los 60 del pasado siglo. La minería fue la que hizo que Asturias liderara durante años las tasas nacionales de tuberculosis. Esta dolencia siempre estuvo relacionada con otras enfermedades como la silicosis, típica de los mineros. En los 80 y 90, se desarrollaron planes de detección en toda la región con el fin de reducir la tasa de enfermos».
El Instituto de Silicosis, sus antiguas instalaciones en El Cristo de Oviedo, durante su construcción y su apertura. Hoy se ubica como una unidad en el HUCA, Hospital Universitario Central de Asturias.
En 2013 el diario La nueva España reflexionaba sobre la tuberculosis. Y decía: «Asturias sufría mucha tuberculosis en los años sesenta del siglo XX, cuando se acelera la industrialización. Hay varias razones sociales, incluida la mina, pero no es suficiente. Me pregunto si no estarían circulando cepas más agresivas y que ahora estén perdiendo virulencia. La vieja tuberculosis sigue proponiendo enigmas que nos obligan a pensar, y a actuar, desde una perspectiva muy integral: la ecología, la sociología, la medicina, la economía. Una visión de salud pública en el más puro sentido».
Recientemente, el diario nacional El País dedicó un artículo (de fotoperiodistas, Pablo Linde y Alfredo Caliz) a la incidencia brutal de la tuberculosis en la minería actual africana: Un minero sudafricano tiene más probabilidades de morir de tuberculosis que de cualquier otro accidente relacionado con su peligroso trabajo.
Y más recientemente, Asturias también despedía al Dr. Mosquera, un pionero contra la silicosis desde el INS de Oviedo, que dirigió durante décadas, uno de los cuatro fundadores del Instituto Nacional de Silicosis (Oviedo) y su jefe del área de Neumología desde 1974 hasta su jubilación en el año 2009. Fue un referente junto con el considerado alma-mater, Dr. D. José García-Cosío González (en la foto principal que ilustra este reportaje), primer director de Silicosis, y su equipo, que lideraron los programas frente a las enfermedades respiratorias y pulmonares de los mineros en Asturias.
BIBLIOGRAFÍA
Revista Clínica Española Repercusiones sobre la silicosis y la tubercolosis mineros Asturias 1946
Revista Clínica Española 1954 relación de neumoconiosis y Tubercolosis
El dique contra la Tuberculosis en Asturias
Silicosis, esa terrible enfermedad en Asturias
Silicosis_y_neumoconiosis_del_carbón
Los nuevos casos de Silicosis: INS Oviedo
Protocolo de vigilancia sanitaria específica: Silicosis 2020